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miércoles, febrero 14, 2007

FESTIVAL DE GENERAL BELGRANO

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UN BALANCE CON VARIOS RESULTADOS

Que el Festival Mayor de Tango y Folklore de General Belgrano es uno de los más prestigiosos de la provincia de Buenos Aires, nadie lo pone en duda.
En esta, su edición número catorce, presentó una grilla de primer nivel, contando entre los artistas que desfilaron por el escenario a la máxima exponente de nuestra música: Mercedes Sosa.
Artísticamente, el balance arroja un resultado positivo, más allá de algunos inconvenientes en la primer jornada y de lo tarde que finalizaron las noches musicales a raíz de la gran cantidad de números programados. Sin embargo podemos definir a éste en particular como un Festival “bisagra” , tanto para los belgranenses como para la región.
Inexplicablemente (teniendo en cuenta la calidad y variedad de artistas anunciados y lo accesible del valor de las entradas) el público no acompañó masivamente el espectáculo como en años anteriores.
Algunos belgranenses señalaron que “no hubo clima de festival” en los tiempos previos del evento, mientras que otros advirtieron una marcada separación entre la órbita municipal y sus áreas afines (cultura y turismo) y la Comisión Permanente de Festejos, entidad organizadora del emprendimiento artístico. En ese sentido, solo basta con comentar que este año desde la Dirección de Cultura y Medios de Comunicación belgranense no se emitió ni una línea en las Gacetillas de Prensa que semanalmente reciben (algunos) medios de la ciudad haciendo referencia a la concreción de dos megaeventos como lo fueron el III Belgrano Rock y el Festival de Tango y Folklore.
Un músico belgranense con proyección nacional opinó, acertadamente, que para que el festival crezca, ese crecimiento debe reflejarse en la cantidad de público y en el posicionamiento dentro de la provincia de Buenos Aires.
Estos son algunos de los aspectos que deberían replantearse los organizadores y el gobierno municipal, ya que un festival no es solo un evento musical, sino que también involucra a otras actividades que tienen que ver con lo turístico, lo comercial y lo inmobiliario. Un trabajo en conjunto cimentado en estimular el compromiso de la comunidad y en declarar abiertamente la decisión política de avalar los “números rojos” desde el gobierno municipal podría ser un paso adelante para establecer nuevas pautas en los años venideros.
Nos queda un agridulce sabor, un balance con varios resultados: mientras que éste fue el festival de más prestigiosa programación, también fue uno de los que menos público convocó.

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OPINIÓN:
El patoterismo que está de más


Cuando uno concurre a realizar la cobertura de los distintos festivales que se realizan en la región, no deja de llamar la atención lo que sucede en la ciudad de General Belgrano donde, al contrario de las otras localidades, un ejército de patovicas maleducados de una empresa privada “garantizan la seguridad”, no precisamente del público, ni de los artistas, ni de quienes concurrimos a realizar nuestro trabajo.
Este tema ya fue planteado hace un año atrás y nuevamente en esta oportunidad fue dable apreciar al ejército privado que responde a las autoritarias directivas de un funcionario municipal (tal vez sean resabios de la que Duhalde llamó “la mejor policía del mundo” y que a pocos días pasó a ser la MALDITA POLICIA con mayúsculas).
Decimos que estas actitudes empañaron una vez más una fiesta de la comunidad, un festival impecablemente presentado, con una grilla de lujo y donde una comisión organizadora estuvo en todos los detalles, tanto hacia los artistas como hacia quienes realizan su trabajo de prensa.
Cuando se anuncia la llegada de un artista importante al predio, el histeriquismo se pone a la orden del día de estos siniestros personajes que solo atinan a dar órdenes a los gritos y comienzan a los empujones contra todo lo que se les ponga adelante, no importa que sea un trabajador de prensa o un artista que está a punto de subir a escena ya anunciado por los presentadores, tal como fue el caso de Oscar de Franco, que a los empujones quisieron bajarlo del escenario a instantes de realizar su actuación.
Decíamos que llama poderosamente la atención la presencia para “garantizar la seguridad” de este ejército de más de treinta patovicas en un festival de folclore, incluso número excesivo para el de rock, cuando en otras localidades es posible con menos gente contener al público, pero claro, no son patovicas, ni ex policías, ni…., en muchos casos son empleados de las distintas municipalidades y tienen buenos modales.
Pero bueno, tal vez en General Belgrano algún funcionario tenga demasiado interés en que estos “ejércitos privados” estén presentes y vaya uno a saber el por qué, ya que por desbordes o desmanes seguro que no.
Quien escribe tuvo un altercado, el mismo que sufrió el artista Oscar de Franco y otras personas que realizaban distintas labores, cuando se lo obligó a retirarse de un sitio a los empujones, lo que devino en una discusión dado que uno ya no quiere que atropellen sus derechos, máxime cuando se maneja con total respeto, algo que a esta gente le falta y mucho.
Sería bueno, para la próxima, que la comisión organizadora y los funcionarios del gobierno belgranense revean estas situaciones que no aportan nada y sólo empañan una brillante fiesta que llevó mucho trabajo organizar.
Tal vez, como consuelo de tonto, quede solo decir que es preferible que estos personajes estén haciendo “seguridad” en un festival aplicando sus métodos de otras décadas, a que sean la tristemente llamada “mano de obra desocupada”.
Ariel Arístegui, Fotoperiodista.